Ir al contenido principal

Seamos peces

Ábrete, boca.
Ábrete, boca, sobre la mía. 
Sobre la mía, ábrete, boca. 

Seamos peces.

Hagamos burbujas en el navegar;
en la víspera de los amores líquidos, 
la economía derramada, 
el dinero evaporado -como las charlas en los colectivos- 
y los golpes de estado sin milicos. 

Seamos peces.

Nos quitaremos todas las capas. 
Una tú; otra yo... 
Otra vez tú y luego yo. 

Nos quiero sólo con este núcleo ardiente: piel morena,
recuerdo de nuestro sol y nuestros mares.

Ábrete, boca. 
Ábrete, boca, sobre la mía. 
Sobre la mía, ábrete, boca. 

Hagamos temblar todas las camas
y cada escalón hacia los pisos del edificio, 
aquél,
ese,
este.

Transitemos por los puentes.
Escurrámonos,
deslicémonos,
vayámonos...
Sólo hagámoslo. 

Seamos peces. 




Comentarios

Entradas más populares de este blog

Caleza

En El Desierto de Las Bocas, nadaron los peces, ajolotes negros,  hacia mis faroles distraídos, velas tristes que escriben noches y poemas de papel sobre horas que vuelan por calles y pasillos perdidos de Izamal, orilla de espuma, túnel de arena.

Rezo a Santa Cuarentena

Por mi priviliegio,  por mi privilegio, por mi gran privilegio [con golpes sobre el pecho y ojos bien cerrados], por eso ruego a Santa Cuarentena, siempre del Rosario... Imploro a la Suprema Constelación de los Dolores, de misterios encarnados en las dádivas de la irracionalidad, arráncame estos insomnios de papel que me acartonan en el palacio de las penumbras.  Santa madre de los llantos,  protectora de las águilas, los nopales y las trajineras,  guardiana del esqueleto de las almas y las ánimas en los mercados de la tristeza. Oh, protectora de las lumbres que esperan a sus muertes... Apiádate de mi neurosis y consuela mis constradicciones.  Hágase tu voluntad y líbrame de todo monstruo patriarcal.  MIZO

El universo de las veces (o Deberías estar aquí)

¿Cómo decirte que hoy te he conocido una vez más? Una vez más dentro del universo de las veces, las recordadas, las imaginadas y las... Deberías estar aquí, dejándote amar sobre el pasto, sobre el mar y sobre el suelo frío de un día sin horas, un día libre,  como tu cabello revoltoso.  Siento prisa. Corro hacia algo que crece y, aunque permanece, temo que se desvanezca en un parpadeo, por más largo que sea. Deberías estar aquí y no allá,  atrapado en la pantalla impenetrable,  máquina de planos y buzón tardío de imágenes,  movimientos, voces. Hazme un mapa sobre las manos,  zarpa y ancla en todos sus puertos; pero nada más en esos, que  -aunque hayan otros en mares abiertos-  se saben tu nombre y tus cuentos, el sabor de tu lengua y el sonido de tus besos.  Deberías estar aquí, dejando que tu risa baile con la mía, mientras saltamos en las islas de la complicidad. 13 de marzo