El invierno está por iniciar, pero acá dicen que no, que no se puede hablar de inviernos como este, que aún está por ser pero que pinta estar muy lejos de serlo. Se anhela y demanda un invierno que vaya más allá de hojas rotas marrón sobre las calles y un par de bufandas alrededor del cuello. A este reclamo se suma otro, como el de un cartel que gritaba su preferencia política en torno a las manos: mejor cortadas que (v-b)otadas. Afuera del cuarto de hotel está Madrid, que agita mi ventana con todas sus voces. He ahí un Madrid congregado en su plaza mayor, la misma que pintó Francisco Rizi en su auto de fé, ahí estaban todos, como hoy, aunque, hoy, si yo fuera Francisca Rizi, pintaría a las mujeres. La plaza mayor vocifera porque la crisis, la nueva ley electoral, Catalunya, las elecciones, Rajoy... Vocifera porque -aunque hay carteles junto a ese de las manos- que hablan sobre una España que puede en un "podemos", nadie sabe. Quizá sólo sepan los que tie