Llueve sobre Buenos Aires.
Escapo por las ventanas de una ciudad pintada por mi mirada,
de ojos efímeros, supervivientes y viajeros en los instantes.
Estas calles ya han sido caminadas y estas luces, testigo de los pasos.
Entonces, llueve sobre Buenos Aires.
Allá van las gotas;
en caída libre, de paracaídas y miedos.
No hay paraguas que sea suelo o las rompa en cinco.
[Algo así tenía que ser la independencia]
Juego a la rayuela sobre un cielo gris.
¿A dónde se fueron las piedras?
Llueve sobre Buenos Aires.
Coordenada el sur,
al interior de una casa que me supera en colecciones: generaciones de vida.
Todo se ha evaporado.
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