Ir al contenido principal

Universitaria en Coyoacán

Juego de sombras;
palacio de bongs;
risas y monchis...

Los pliegues de la cortina;
semblanza de una millennial...
Veo a La Plata en el espejo;
la cruzaré en mi peregrinar hacia Montevideo.
Camino sobre el agua y careceré de testamento; lo aprendí en la Cineteca.

Resignifico canciones en el vaivén de significantes, 
ciudades de sentido. 

Tranqui, tronco...
Deja las correas, que estas caderas son libres de ser;
han roto y quemado las cadenas,
los muros de hierro y los candados de marfil.

¿Mis amigas?
Fundiéndose con el mundo, sin señal, enamorándose (más) y con trabajo(s).
Lejanas y perdidas, entre la lumbre de los abismos neoliberales y el placer de no-recordar-me.
No hay paloma mensajera que las encuentre;
ni me gustan las aves.
[Las niñas perdidas]

Me fumo la teoría antropológica;
la quemo bieeen rico...

¿Y la Praxis? 
"Ah, no sabía que había convocatoria para el club de los binomios"

Llegaré con estas botas hasta la Patagonia. 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Caleza

En El Desierto de Las Bocas, nadaron los peces, ajolotes negros,  hacia mis faroles distraídos, velas tristes que escriben noches y poemas de papel sobre horas que vuelan por calles y pasillos perdidos de Izamal, orilla de espuma, túnel de arena.

Rezo a Santa Cuarentena

Por mi priviliegio,  por mi privilegio, por mi gran privilegio [con golpes sobre el pecho y ojos bien cerrados], por eso ruego a Santa Cuarentena, siempre del Rosario... Imploro a la Suprema Constelación de los Dolores, de misterios encarnados en las dádivas de la irracionalidad, arráncame estos insomnios de papel que me acartonan en el palacio de las penumbras.  Santa madre de los llantos,  protectora de las águilas, los nopales y las trajineras,  guardiana del esqueleto de las almas y las ánimas en los mercados de la tristeza. Oh, protectora de las lumbres que esperan a sus muertes... Apiádate de mi neurosis y consuela mis constradicciones.  Hágase tu voluntad y líbrame de todo monstruo patriarcal.  MIZO

El universo de las veces (o Deberías estar aquí)

¿Cómo decirte que hoy te he conocido una vez más? Una vez más dentro del universo de las veces, las recordadas, las imaginadas y las... Deberías estar aquí, dejándote amar sobre el pasto, sobre el mar y sobre el suelo frío de un día sin horas, un día libre,  como tu cabello revoltoso.  Siento prisa. Corro hacia algo que crece y, aunque permanece, temo que se desvanezca en un parpadeo, por más largo que sea. Deberías estar aquí y no allá,  atrapado en la pantalla impenetrable,  máquina de planos y buzón tardío de imágenes,  movimientos, voces. Hazme un mapa sobre las manos,  zarpa y ancla en todos sus puertos; pero nada más en esos, que  -aunque hayan otros en mares abiertos-  se saben tu nombre y tus cuentos, el sabor de tu lengua y el sonido de tus besos.  Deberías estar aquí, dejando que tu risa baile con la mía, mientras saltamos en las islas de la complicidad. 13 de marzo