Chuburná es el ombligo del mundo. Las cuadras -traducidas en pasos- me llevan a las iglesias y a los templos, que cantan y se esconden, luego se asoman entre árboles cuyos nombres, desconozco, y colores, colecciono. También me llevan, entre aceras agrietadas y montañas de piedra, al mercado, a la pozolería localista y al café que aparece los viernes y se va los domingos. Hay algunas bardas que me llegan a los hombros. Sus bordes se peinan con cristales de botella Así son los chubapaseos, laberínticos, como las direcciones y las etapas, muy pacman. Ps: tengo una vida chuburléanica, cual tolok.