A lxs habitantes de cuerpos
Adentro
La otra vez se te olvidó ponerle seguro a la puerta de tu cuarto y entré (ya era costumbre). Las cortinas eran negras y trataban de ocultar la ventana, había una luz tintineando; el piso estaba roto y los ladrillos cuarteados se clavaban en mis pies. Seguí caminando porque estaba buscando algo, aunque ni siquiera recordaba qué era. El dolor -¿había?- era muy silencioso o quizá así parecía porque llegaste y tu grito lo calló. Ese grito, como cualquier otro de los tuyos, reventó el cristal de la ventana y el espejo del tocador tembló, pero las cortinas seguían siendo negras, la luz aún tintineaba y los ladrillos cuarteados también se clavaban en tus pies. A mis tímpanos no les pasó nada, ya se las saben.
Entonces llegó él, con sus zapatos, sus puños y su boca de martillo. El foco se apagó, las cortinas todavía eran negras y el piso se movía -¿o yo era un terremoto?-. Los fragmentos de ladrillo brincaban y rebotaban contra sus martillos y cual naves, se estrellaban contra tu cuerpo y el mío, aterrizaban y colocaban sus estandartes martillerísimos. Yo los arrancaba y sangraba, pero tú no hacías nada, ni siquiera veías la sangre. Parecía que querías llorar, pero luego te reías de mí, después besabas sus zapatos, sus puños y su boca.
Su cabeza era un casco, sólo podíamos ver su boca y ahí estaba la tuya también, al igual que tu lengua perdida en la suya.
Podredumbre.
Podredumbre.
Veneno.
Tristeza.
Enojo.
Dolor. o o
Dolor. D l r
Dolor. D l r
Enojo.
Tristeza.
Veneno.
Podredumbre.
Quería salir pero chorreaba a sangre y tú, te desangrabas.
Él me sonreía y, entre sus dientes, se escuchaban las carcajadas. Yo era una hoguera.
Hablé.
Ardía.
Ardía.
Él reía.
Ardía.
Ardía.
Él reía, reía, reía y reía.
A
R
D
Í
A
Hablé.
No, grité.
No, grité.
¡Nuestros ladrillos!
¡Nuestra ventana!
¡Nuestras cortinas!
¡Nuestro espejo!
¡Nuestro cuerpo libre de martillos,
¡Nuestra ventana!
¡Nuestras cortinas!
¡Nuestro espejo!
¡Nuestro cuerpo libre de martillos,
de ladrillos rotos,
de sangre...!
El reía,
reía,
reía,
reía;
hasta que dijo: ah, pero afuera...
hasta que dijo: ah, pero afuera...
Hablé.
No, pregunté.
Afuera, ¿qué?
Afuera,
¿qué?
Afuera
Estás tú, están otros y otras, esperando, buscando, rompiendo pisos, ventanas, techos, cuerpos.
"No podemos hacer nada" me dijeron. Mis tímpanos soportan tus gritos porque ya se han acostumbrado pero nunca lo harán a los brazos y ojos cerrados, cruzados, apendejados, agachados, cobardes, limitados...
"Ah, pero afuera..."
Adentro empieza el afuera.
Estás tú, están otros y otras, esperando, buscando, rompiendo pisos, ventanas, techos, cuerpos.
"No podemos hacer nada" me dijeron. Mis tímpanos soportan tus gritos porque ya se han acostumbrado pero nunca lo harán a los brazos y ojos cerrados, cruzados, apendejados, agachados, cobardes, limitados...
"Ah, pero afuera..."
Adentro empieza el afuera.
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