A Ingrid
y a todas ellas
Desapareció el viento.
Cesaron las olas y renunciaron las nubes.
Hemos llorado las palabras de las que estábamos hechas.
¿Y las alas? Pulverizadas por el grito,
voces de ceniza y fósiles bañados en tierra.
Huelga del sonido y el abecedario.
Entre lobos y sombras, nació el silencio,
inflitrado entre huellas y manos tristes.
Corazón furioso, antorcha de latidos;
revolucionarios en la dictadura del miedo,
un reino de ausencias,
un imperio de cruces.
Nuevos colores nuestros sobre el gis de los números sin nombre y las siluetas nombradas.
Esta casa ha sido tomada.
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