Los días son uno.
Sin nombre ni número.
De repente, llueve;
pero aún es uno.
Las gotas sobre las flores;
como aquéllas que resbalan por las frentes,
sudan las teteras,
o escapan de las fuentes para morir, evaporarse
Y esa curva es la erótica de la vida.
El río contempla a su reino de rocas,
que poco sabe del diccionario de fronteras.
Y nuestros pies caminan sobre los rayos y las sombras de los árboles
El último suspiro de la tarde.
Vuelan las palomas y la corriente canta,
como la arena.
Los dedos mojados y el último mate.
Cubrirse con la noche sedienta.
Sobre la yerba,
mi cama,
me hundiré.
Ser pasto, agua y brisa.
Desaparecer.
Sin nombre ni número.
De repente, llueve;
pero aún es uno.
Las gotas sobre las flores;
como aquéllas que resbalan por las frentes,
sudan las teteras,
o escapan de las fuentes para morir, evaporarse
Y esa curva es la erótica de la vida.
El río contempla a su reino de rocas,
que poco sabe del diccionario de fronteras.
Y nuestros pies caminan sobre los rayos y las sombras de los árboles
El último suspiro de la tarde.
Vuelan las palomas y la corriente canta,
como la arena.
Los dedos mojados y el último mate.
Cubrirse con la noche sedienta.
Sobre la yerba,
mi cama,
me hundiré.
Ser pasto, agua y brisa.
Desaparecer.
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