1
Cuentan que las palabras están encadenadas al fracaso más grande todos: al olvido (de cómo desenvainar una pluma) y al resquebrajamiento de sus alas,
tan lastimadas por las desilusiones de toda utopía,
esqueleto del futuro,
mapa en perpetuo trazo y camino hacia salidas laberínticas.
Pero en las heridas buscamos la furia y,
como violentas fenix, emergemos de ellas.
De esas cenizas haremos el funeral de la capa de ozono,
Será la última hoguera del mundo.
2
Y allí,
en el puerto de lo que habrá sido la existencia,
podré (porque aún algo se podrá) mirar las llamas en tus ojos,
tiernas lagunas nocturnas de lucha y de la lucha por la ternura.
Cuentan que las palabras están encadenadas al fracaso más grande todos: al olvido (de cómo desenvainar una pluma) y al resquebrajamiento de sus alas,
tan lastimadas por las desilusiones de toda utopía,
esqueleto del futuro,
mapa en perpetuo trazo y camino hacia salidas laberínticas.
Pero en las heridas buscamos la furia y,
como violentas fenix, emergemos de ellas.
De esas cenizas haremos el funeral de la capa de ozono,
Será la última hoguera del mundo.
2
Y allí,
en el puerto de lo que habrá sido la existencia,
podré (porque aún algo se podrá) mirar las llamas en tus ojos,
tiernas lagunas nocturnas de lucha y de la lucha por la ternura.
Sin ellas y tus suaves palmas,
toda revolución se condena a sí misma.
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