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Mostrando las entradas de febrero, 2017

Olvido [lo que] extraño

Olvido lo que extraño; que rotamos en la transición de una traducción en el límite de la traslación. Olvido lo que extraño; me da igual. Olvido lo que extraño; me trago la música y la vomito en la madrugada, vendo marihuana y me la fumo como método de auto-sabotaje. Olvido lo que extraño; porque mis manos son un par de párpados, pájaros sobre los alambres de la burocracia. Olvido lo que extraño; porque camino sobre las sogas de las fronteras, sin mirar hacia abajo, no, no, no, sin mirar hacia abajo, porque hay mil mares y cien tierras, para ahogarme, para enterrarme.

Cinco minutos

I Han hecho de mí un nudo interminable, una contorsionista en cadena perpetua; una sirena capturada en el acuario de las risas. II Soy una cebolla sin capas que sólo sabe llorar. ¿Sirve saber sobre algo? ¿Sirve saber? III Quiero estrellar la música sobre las paredes de tus oídos, que retumbe la catedral de tus tímpanos y tú... IV Soy la pluma suicida que escribe rápido para agotar la tinta; que se desprende de un ala para tocar el suelo. V Mi corazón es un reloj de 24 horas; vitral roto, vacíos con parches caídos...

Ridículo

En este momento uso a la escritura como método de supervivencia. Pretendo que se convierta en una balsa que me haga balsera para migrar de una isla a otra, a cualquiera del triste archipiélago de mi vida; porque dicen, dicen, dicen que sin balsa no hay balsera, aunque creo que aún no saben de lo que somos capaces en el tercer mundo. Estoy rota y desesperanzada. Miro a mi sombrero, arrugado por ser una cosa entre las cosas. Me da pena: tristeza y vergüenza. Es ridículo, como yo.