Hay poemas que, como buenos recordatorios, llegan a mi puerta.
"Toc-toc", suenan.
"Boom", retumban.
Así fue "Instantes" de Borges.
Soy feliz.
Felicidad invisibilizada
Quiero pensar en la felicidad normalizada,
la invisibilizada y marginada.
¿Por qué sólo encuentro su existencia, su rinconcito vacío,
su silloncito abandonado,
cuando me empolva la tristeza o me hace añicos el enojo?
Vaya, eso sí que es subversivo.
Basta de preguntas largas. That's too mainstream!
(En)listamiento
Tengo una lista imaginaria.
Sus números juegan a las escaleras y se cambian de lugar,
escasea la prioridad pero abunda la gana,
la gana de pasarla bien en un zapateado,
de saltar de la roca más alta para
su-
mer-
gir-
me
en el cenote más profundo de la Península.
Tengo una lista imaginaria.
Sus letras juegan a las escondidillas y hacen trucos de magia,
es irrelevante recordar pero abunda la emoción,
la emoción de aventurarme a lo desconocido,
de acampar -como si fuera la primera y la última- entre los sonidos de la selva,
de pedalear 8 kilometros para
be-
sar-
te
en la guarida construida con las ramas de los árboles, como en camino hacia Las Coloradas.
Nota de campo
¿Por qué registramos tan poco los procesos de liberación?
¿Por qué registramos tan poco los procesos de liberación?
¿A caso son tan cotidianos, tan simplificados, tan normalizados que terminan siendo
na-da?
¿Tememos visibilizar la felicidad?
Ps: Me voy. Voy de cacería de poemas que me hagan feliz o -al menos- sonreír como esta buena dona que me llenó la boca de azucar.
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