Ser la nota que sostienes sobre la tecla de ese piano junto a la ventana, válvula de cielos. Tu pentagrama, cuadro expresionista de café, tinta negra y ecos soviéticos, historia recitada por Prokofiev: Julieta y Julieta.
En El Desierto de Las Bocas, nadaron los peces, ajolotes negros, hacia mis faroles distraídos, velas tristes que escriben noches y poemas de papel sobre horas que vuelan por calles y pasillos perdidos de Izamal, orilla de espuma, túnel de arena.
Secreto, odisea efímera; telones, vientos de molino escurridizo, entierra el calor en tus palmas ibéricas hasta que, en un puente de palabras deshechas, temblemos como estrellas sobre el mar.