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Mostrando las entradas de octubre, 2016

La nada o la muerte. Los vacíos

Para el frío, tengo mis frazadas;  para el sueño, almohadas y sueños; pero para la muerte...  Para la muerte, estoy despojada; para ese caos interminable, no hay nada; ni remedio, ni consejo, ni calor,  ni sueño,  ni abrazo, no hay nada,  más que miedo.  Miedo que sólo sirve para robarle pedacitos de muerte a la muerte y de miedo al miedo.   ¿Cómo será la despedida final de mis finales incontemplados?  El arrepentimiento del ateísmo,  el refugio en los rosarios despreciados y el último aliento, la última mirada que se va a la nada; a la muerte que les espera para tragárselos.  Nada más y nada menos,  que el fin de los fines; el fin del sentido,  el fin de la culpa; la culpa del sentido y el sentido del fin. 

Sequía I

La estación y la aprehensión de los ríos Gárgolas y fantasmas tocan mi memoria, máquina de ficciones interminables. Llego al paradero de relámpagos, la fiesta de los gritos, el temblor de mis piernas y la sedienta tierra de las grietas. Mi cabellera es un nudo, un huracán, un grito. Mi sangre va sin prisa; no hay letras que remen por mi saliva. Panorama capturado, pulverizado, desaparecido... Gira de monstruos grises, castillos de llantas y bombas. Mis plumas han muerto. Yo soy el funeral.